Hay recuerdos cuya tumba, necesariamente, debe ser un libro.
Acabo de enterrar uno de esos.
Yacerá este recuerdo eternamente en un libro de Bolaño.
Bajo literaria y poética sepultura hoy despido, frente a esta tumba, al recuerdo que se lleva:
Pequeños momentos vividos como años. Pues menudas palabras (¿quizá fueran engaños?) confundí entre sus poemas; y en mis sueños se mezclaron realidades y blasfemias.
Hoy entierro tu recuerdo entre los poemas suyos y los sueños míos; porque de nada nos sirve esperar cuerpos vacíos que entre el hablar y el hacer hallan insondable abismo.
Quizá, también hoy, entierre dentro de este mismo libro, otro recuerdo más dulce... Y aquí el entierro debería ser el mío!
Cony Albarracín (08-02-2011)
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