"Nadie me enciende una lámpara,
nadie es del color del deseo más profundo."
(A. Pizarnik)
Existe en el fondo de nosotros un interruptor. Lo aprietas y el mundo vuelca. Voltea.
Se derrama.
Y aunque mires con los mismo ojos el mismo color; ni el color ni los ojos vuelven a ser los mismos.
Hasta el color del deseo más profundo puede cambiar de color.
Se trata, tan sólo y nada menos, de bucearse.
Animarse a penetrar las catacumbas más profundas de uno mismo; hasta encontrar y encender el interruptor antedicho.
Cony Albarracín (22-02-11)
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